Música para niños: ¿Cómo debe ser?

Música para niños

La música nos reporta muchos beneficios y también influye en los niños, incluso desde que están en el vientre materno. De hecho, se ha descubierto que el bebé es sensible a la música a partir del cuarto o quinto mes del embarazo pues ya que puede escuchar los sonidos que provienen del mundo exterior, aunque con unos cuantos decibelios menos.

Se ha apreciado que la música estimula la frecuencia cardíaca del feto y activa las células cerebrales, favoreciendo el desarrollo del cerebro. De hecho, un estudio publicado en la revista PNAS analizó las conexiones cerebrales de los bebés que tenían apenas tres días de nacidos y descubrió que ya poseían una predisposición neurológica para la percepción de la música.

Cuando el bebé aún está en el vientre materno, la mejor música es la barroca, sobre todo los sonidos armónicos y agudos de Mozart y Vivaldi, ya que puede percibirlos mejor y tienen un efecto relajante. De hecho, al principio es mejor que expongas al niño a ritmos suaves y pausados. No obstante, a medida que pasen los años, puedes ir escogiendo ritmos más animados y mejor definidos que enriquezcan su acervo musical. La idea es que, poco a poco, le expongas a la mayor cantidad de géneros musicales posible, desde la música clásica hasta la bachata o el pop, para que en un futuro sea el niño quien decida qué tipo de música le gusta.

Sin embargo, es fundamental que tengas en cuenta las letras de las canciones ya que algunos temas que se escuchan en la radio utilizan un lenguaje inapropiado o incitan a la violencia. Al mismo tiempo, es imprescindible que el ritmo y las sonoridades transmitan positividad y alegría, más que tensión, miedo y sobresalto.

Cuando se trata de niños pequeños, hasta los 3 años, es recomendable que apuestes por las canciones infantiles ya que estas son una herramienta invaluable para desarrollar su lenguaje y la memoria. De hecho, como estos temas tienen estribillos muy simples, el niño puede recordarlos y cantar. A la vez, puedes aprovechar esos momentos para incitarle a bailar, una actividad que mejora la coordinación motora en los pequeños.

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